José* probó la mariguana a los 9 años de edad, ahora con 16 años se encuentra interno en un centro de rehabilitación por cuarta ocasión por adicción al ware -solvente a base de agua de celaste de uso industrial-. El primer cigarro que fumó lo robó a su primo porque quería sentirse parte del barrio, en una colonia del municipio de Irapuato donde proliferaban las llamadas "tienditas" -puntos de venta-, pero que cuatro años después han disminuido a la mitad porque "los están matando" . Cuando José entró a la secundaria se convirtió en el dealer de sus compañeras, consiguiendo la droga para consumir con ellas.
Con tenis sin agujetas y un tanto desaliñado, José se reencontró con su madre, su hermana y un sobrino después de dos semanas sin tener comunicación, siguiendo el protocolo del centro de rehabilitación, que establece que durante el primer mes no están autorizadas las visitas. Ese domingo de abril fue la excepción porque lo acompañarían durante la entrevista. Apenas cruzó la puerta, el niño de alrededor de 3 años corrió a recibirlo con un abrazo, José respondió sacudiéndole el cabello a modo de saludo, luego se apresuró para abrazar a su madre y hermana.
A José, como al resto de sus amigos del barrio, le llegó la propuesta de un grupo criminal para que vendiera drogas cuando apenas había cumplido 15 años. La oferta resultó poco tentadora para el adolescente, quien ya había sido testigo de cómo sus compañeros del barrio y familiares son reclutados por cárteles de la delincuencia organizada, principalmente para comercializar sustancias ilegales.
La venta de drogas al por mayor es el nuevo gran negocio que enfrenta a los cárteles en Guanajuato y que no permite un descenso de la violencia que detonó con la guerra del huachicol -robo de combustible-.
El Cristal, la presentación de la mezcla de metanfetaminas, viene en colores: el blanco es distribuido por el Cártel de Jalisco, el rosa y el azul los reparte Santa Rosa de Lima. El mercado, la distribución y los clientes, se disputan a balazos, con secuestros y masacres en las principales ciudades del estado.
En datos estimados recientemente por el secretario de Seguridad Pública del Estado, Alvar Cabeza de Vaca Appendini, diariamente el narcomenudeo mueve alrededor de 60 millones de pesos, considerando que hay 600 mil personas adictas en el estado y cada una gasta un promedio de 100 pesos en su dosis diaria.
Contrario a las 600 mil dosis diarias que se venden en el estado, el Gobierno estatal festina que del 4 al 31 de julio de 2022 logró decomisar 36 mil 400 dosis; es decir, en 27 días apenas pudo sacar del mercado el 6 por ciento de las drogas que llegan a consumirse en un solo día.
José tiene 9 hermanas y dos hermanos, uno de ellos de 22 años también consume drogas, pero fue en uno de sus sobrinos menor de edad que el crimen organizado encontró un vendedor. Con apenas 14 años de edad, el sobrino de José recientemente salió de un centro de rehabilitación al que lo ingresaron contra su voluntad por consumo de cristal.
“Él llegó a ser vendedor desde los 13 años. Yo sí lo miraba que andaba flaquillo, con señores que lo trataban mal, como que le daban droga, que fumara harto para que aguantara, luego decían que les debía dinero”, contó José.
De acuerdo con estadísticas elaboradas por la Secretaría de Salud de Guanajuato, el 56 por ciento de los adolescentes en el estado consumen sustancias adictivas, comenzando por las legales como el alcohol y el tabaco, pero que son el primer paso para la adicción a otras sustancias como los solventes, la mariguana y el cristal. El titular de la Secretaría de Salud, Daniel Díaz Martínez, dio a conocer que la edad promedio en la que los jóvenes de Guanajuato comienzan con alguna adicción es a los 13 años.
Desde su infancia José tuvo acceso a las drogas en el entorno familiar y social, identificaba bien las "tienditas" -como llama a los puntos de venta-, algunas aparentan un negocio de giro lícito, otras más son casas-habitación plenamente identificadas por vecinos.
Para conseguir la droga José solo tiene que caminar unos pasos.
"Llegas y la pides así: dame una de 'chichifli' -cristal-. Ellos ya saben, cuando traes un billete de 100 pesos es cristal, si traes 120 es mariguana" , narra cuando se le pregunta cómo hace para comprar la mariguana que consume cuando tiene dinero, porque la mayoría del tiempo -antes de ingresar a rehabilitación- se intoxicaba con agua de celaste, un solvente utilizado en la industria del cuero calzado que puede comprar sin restricciones legales, porque dice, el cristal es una sustancia que no le gustó.
“Hace más daño el cristal que el ware -estopa con agua celaste-. Con el cristal se me vienen bien hartos pensamientos a la mente, me daban alucines de persecución, más graves. Con el agua celaste son alucines más tontos: que me iba a tal lado, que veía a tales personas, miraba alucines chistosos, no malos”, cuenta para luego soltar una pequeña carcajada.
Una vez que salga del centro de rehabilitación, con 17 años cumplidos, José quiere emplearse en alguna de las empresas transnacionales instaladas en Guanajuato.
“Quiero algún día tener una vida diferente. Lo que tanto anhelo es meterme a una empresa, no estar nomás pensando cosas malas. Me gustaría trabajar en una fábrica de armar carros o en una de frutas, en esas sí quieren de 17 (años) para adelante. ¿A qué sí?” -pregunta a la reportera-.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en su Estudio niñas, niños y adolescentes, víctimas del crimen organizado en México, publicado en 2019 y que fue elaborado entre 2015 y 2018, ya colocaba a Guanajuato como uno de los cuatro estados del país más peligrosos para personas menores de 18 años, aunque fue en 2020 cuando el número de homicidios de adolescentes tuvo el pico más alto.
A la par de la creciente violencia homicida contra niñas, niños y adolescentes, en el estado de Guanajuato, también crece el número de menores de edad detenidos y sentenciados por delitos vinculados al crimen organizado, como la portación de armas de uso exclusivo del Ejército, el secuestro, homicidio y, principalmente, narcomenudeo.
Juan Martín Pérez García, de la organización Tejiendo Redes por la Infancia, asegura que la delincuencia organizada recluta niñas, niños y adolescentes para cometer delitos porque para ellos “son desechables”; no se busca que crezcan y se conviertan en los nuevos capos o hagan crecer el negocio, son simples instrumentos para alcanzar ciertos fines.
Los grupos delictivos aprovechan los beneficios que otorga el sistema de justicia para adolescentes, por lo que los menores de edad son enviados como "carne de cañón", agrega Pérez García, quien ha analizado el fenómeno en otros estados del país.
Entre el 1 de enero de 2017 y el 31 de diciembre de 2021, la Fiscalía General del Estado reportó 6 mil 519 detenciones de adolescentes, de las cuales 4 mil 310 fueron por delitos graves que pueden estar relacionados con la delincuencia organizada.
El 63 por ciento del total de detenciones de adolescentes que reportó la Fiscalía General del Estado durante los últimos cinco años se concentraron en delitos contra la salud: de las 6 mil 519 detenciones, 4 mil 130 fueron por narcomenudeo.
León, Irapuato, Guanajuato, Celaya y Salamanca son los municipios que concentran la mayor incidencia de detenciones en adolescentes.
David* es ingeniero industrial de profesión, ha trabajado en empresas transnacionales que en los últimos años se han instalado en Guanajuato.
Conseguir el cristal para consumir nunca fue un problema para David, si bien él no iba directo a los puntos de venta, bastaba con hacer una llamada para que llegara la metanfetamina a su domicilio, sin tener que exponerse a ingresar a los barrios y colonias populares.
Reportera: ¿Qué tan fácil es conseguir cristal?
David: ¡Uy, es muy fácil!, es como pedir una pizza. Cuando llegué a vivir a Celaya las personas que me enseñaron a consumir me pasaron contactos de dealers, yo nada más hacía una llamada y me lo mandaban en una moto a domicilio.
En el municipio de León, donde radica una tercera parte de la población menor de edad, la Fiscalía General del Estado reportó el 75 por ciento de las detenciones de todo el estado, principalmente por delitos contra la salud que, según la Ley General de Salud, podrá considerarse que se trata de narcomenudeo cuando la cantidad de que se trate sea inferior a la que resulte de multiplicar por mil las dosis consideradas como de consumo personal. De exceder en mil las dosis, se considera narcotráfico.
En los registros de la Secretaría de Salud de Guanajuato son la depresión, la ansiedad y el embarazo en adolescente, algunos de los factores por los que menores de edad comienzan con el consumo de drogas, según información que dio el titular de la dependencia, Daniel Díaz Martínez, en el Congreso del Estado. Actualmente son los solventes, el cristal y la mariguana las adicciones más comunes.
Juventino*, 27 años de edad, policía auxiliar que actualmente se encuentra en rehabilitación, compartió que durante 10 años consumió mariguana, cocaína, piedra, perico y cristal.
Antes de los 17 años, Juventino era alcohólico, pero luego sus amistades le ofrecieron la mariguana y de ahí experimentó otras sustancias hasta que se enganchó con el cristal que casi lo lleva a perder la vida. Estuvo seis meses hospitalizado por una sobredosis.
Al interior de su familia encontró una opción para conseguir la droga, a través de su hermana 2 años menor que él que además de consumir también comercializa cristal. Incluso, aceptó que él mismo vendió durante algunas semanas.
Para Juventino el cristal es la droga de 'moda' , la que se consigue en cada esquina, pero también ve en el cristal una sustancia que afecta no solo a la persona adicta, sino a todo el entorno.
Luz Amelia Velázquez, psicóloga especialista en el Centro de Atención Integral a Jóvenes (CAIJ), comentó que en los 25 años que lleva trabajando en el centro a cargo del Gobierno del Estado de Guanajuato ha visto que cada día la edad promedio de consumo se reduce, pero también existe la particularidad que ahora los jóvenes ingresan por el consumo de más de una sustancia ilícita.
Frente al problema de adicciones en Guanajuato, la Secretaría de Salud reconoce únicamente nueve centros certificados para ofrecer programas de rehabilitación, dos de ellos pertenecen al Gobierno del Estado y los siete restantes son administrados por particulares.
Los dos que operan con recursos públicos son: el Centro de Atención Integral a Jóvenes (CAIJ) que solo recibe hombres y el Centro de Rehabilitación Anexo al Centro de Internación para Adolescentes que atiende a hombres y mujeres.
*Los nombres de los entrevistados que compartieron su testimonio fueron cambiados por seguridad y acuerdo con las familias.