Gigi: "¿Me pueden decir ella?"

Por Andrea Menchaca

A los ocho años, Gigi* ya se maquillaba, se ponía peluca, vestidos, tacones. Recuerda que se tomó fotos vestida con todas esas prendas estereotipadas como “para niña” y se las enseñó a su mamá.

“Ella me dijo: ‘¿quién es este o esta?’. Y yo: ‘pues soy yo’. Desde ahí hubo un corto con ella porque ya nunca me volvió a tratar como antes”, relata Gigi, una joven trans de 20 años de edad que pidió refugio en Casa Frida en julio de 2021.

“Me dio miedo saber que le había insistido, que no quiso escucharlo, entonces dije: a los 18 le voy a decir que soy una chica, que me voy a vestir como mujer todo el tiempo”.

Cuando estaba por cumplir la mayoría de edad, Gigi buscaba vestirse de una forma neutra, que no pareciera que era hombre ni mujer, sin embargo, su mamá, una mujer religiosa, descubrió que tenía maquillaje y ropa de mujer. La llevó a casa de su abuela materna, le cuestionó sobre esa ropa que tenía en la maleta y empezó a quemar las prendas.

Gigi, exusuaria del Refugio Casa Frida.

“Recuerdo que veía cómo sacaba mi ropa de mujer, no me decía nada, iba tirando más y yo no le decía nada hasta que la quemó. Fue tres meses después cuando me dolió porque dije: ‘Es que aquí adentro podré hacer lo que quieras, pero ahorita ya salí, ahorita ya te voy a decir lo que soy’. Buscaba el camino de cómo decirle mi transición”, relata Gigi, vestida con una blusa de encaje color rosa pálido.

Su adolescencia no fue fácil. No solo no podía expresar su identidad de género en casa, tampoco afuera. Dejó sus estudios en segundo de secundaria y sufrió adicción a las drogas. Cuenta que de los 15 a los 17 años llegó a estar internada hasta en cinco anexos por año, como se le llama en México a los lugares que atienden a personas con adicciones, pero que suelen ser cuestionados por los métodos que utilizan para rehabilitarles, como son el encierro en contra de la voluntad o incluso los golpes.

Recientemente, su mamá y un hermano mayor abrieron un anexo en su casa, donde Gigi fue rescatada en el verano pasado por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias (DIF) de Puebla, después de pedir auxilio por medio de Facebook. Llevaba tres meses aislada, sufriendo amenazas y agresiones por parte de su madre, quien incluso la mandó a golpear con mangueras.

Esto sucedió después de que Gigi tomó valor para hacer algo que había deseado hacer desde que tenía ocho años de edad. Mientras estaban comiendo sus padres, su hermano menor, su hermano mayor, que es gay, y su pareja, se acercó y dijo: “¿Me pueden decir ‘ella’?”. Su madre respondió: “No, yo no quiero maricones aquí en mi casa”. “Es que si me dices ‘él’ pues no te entiendo y yo te estoy diciendo que si me dices ‘ella’ sí te voy a entender”, rebatió Gigi.

“Ya no sabía ni qué decirle, ni cómo hablarle, solamente dije: ‘Si ya no me vas a hablar ahorita como hace 10 años, ya no me importa”, recuerda. Su madre le dijo que tenía dos opciones: arrepentirse de lo que estaba diciendo o encerrarlo. Esto último fue lo que sucedió.

ropa secandose al sol en Refugio Casa Frida
Ropa recién lavada se seca al sol en la azotea del Refugio Casa Frida.

Después de que fue rescatada por el DIF de Puebla, le dieron la opción de irse a Ciudad de México a un refugio para personas LGBTQ+ del que Gigi sabía, pero que pensó que era un lugar inaccesible para ella. “A parte de cumplir el sueño de estar en Casa Frida pensé: Estoy salvando mi vida”, expresa la joven que se sintió inmediatamente aceptada cuando llegó vestida con ropa de hombre y le dieron ropa de mujer.

“Ahorita ya soy primero yo, el mundo que diga y que haga lo que quiera porque yo traté de convencerte de que no está mal y que no se contagia, que simplemente voy a ser quien soy realmente”, expresa al hablar de la relación con su mamá, al recordar que no quiso aceptarla y que ese hecho le dolió profundamente.

Junto con el equipo de Casa Frida, Gigi trabaja en su aceptación y autonomía. Consiguió su primer trabajo en una pozolería, aprendiendo a ganar y a administrar su dinero y a pensar en la posibilidad de un futuro en el que se ve como una estrella famosa. “Yo me quiero dedicar a la música, a ser presentadora y a ser actriz”, confiesa, mientras abre sus ojos y sonríe con sus labios rojos.

Gigi egresó en octubre de 2021 con empleo y ahorros. Contactó nuevamente a su familia y recibió acompañamiento del equipo de Casa Frida para recuperar la relación, sanar el vínculo, mejorar la comunicación y llegar a acuerdos y compromisos dentro de su hogar. Con este proceso se consiguió que su familia comprendiera y aceptara su orientación sexual, identidad y expresión de género. Se mudó nuevamente con su familia, trabaja como vendedora y comparte que la están acompañando en su transición de género.

*Se han omitido los apellidos de las personas refugiadas en Casa Frida para proteger su identidad.

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