Ivonne: Las vidas rotas, como los lentes, también se pueden reparar

Por Andrea Menchaca

Ivonne* intenta pegar con cinta adhesiva sus lentes, el pegamento no funciona. En realidad no son sus lentes, se los prestó una amiga porque los suyos están más rotos y no tiene dinero para sustituirlos.

“Es ganancia que estos lentes me ayuden a moverme porque si no los traigo de plano soy un desastre”, se consuela. Tuvo desprendimiento de retina y tiene miopía progresiva, grave, 14 dioptrías en un ojo y 17 en el otro. Ese proceso de reparar/reponer sus lentes es similar al que está cursando con su vida entera.

Ella llegó a Casa Frida en septiembre de 2021 con unos lentes de pasta negra y ropa para una semana. No tiene más pertenencias, solo una colchoneta que dejó en el cuarto que rentaba dentro de un departamento. Se enteró de este refugio LGBTQ+ por una amiga, quien le ayudó a buscar en internet a dónde podía ir, ya que no tenía red en el lugar en el que vivía y su celular no tenía conexión al Wi-Fi. “Jamás me había pasado por la cabeza que algún día podría llegar a un lugar así”, expresa la mujer lesbiana de 38 años.

Relatos y confesiones de usuaries de Refugio Casa Frida.

No tuvo otra opción. Había perdido su trabajo de oficina, en circunstancias muy difíciles en las que sufrió hostigamiento, violencia y disciminación, a pesar de que ella nunca habló sobre su vida privada ni de su orientación sexual. Los detalles de estos eventos nos pide omitirlos, ya que denunció y tiene miedo.

Después de su despido, en plena pandemia, consiguió trabajos temporales, dio clases de computación a domicilio a antiguos clientes y vendió cajitas de incienso en la calle. Liquidó los dos meses de renta atrasada que su “roomie”, la señora que le alquilaba la habitación, le dio oportunidad de pagar después. Sin embargo, Ivonne no iba a poder pagar el siguiente mes.

“En otro momento igual te cambias de trabajo, vuelves a buscar y a encontrar rápido, pero en esta ocasión sí se ha complicado más. Otra cosa que me han señalado mucho es mi edad, en algunos lados te consideran ‘vieja’ y no te aceptan aunque tenga el perfil y la experiencia”, cuenta Ivonne, quien tiene una carrera en técnica en dibujo publicitario.

Confiesa que antes de pedir refugio tenía temor, ya que sabía de lugares que ofrecen ayuda y terminan siendo anexos, como se les llama en México a algunos lugares de rehabilitación con mala fama por los métodos que utilizan para tratar las adicciones. El miedo desapareció cuando llegó a Casa Frida y supo cómo funcionaba.

“Venía buscando, precisamente, un lugar seguro para poder buscar un empleo más estable, (hacerlo) con más tiempo, sin la angustia de estar juntando dinero para la renta”.

“Me encontraba muy preocupada, obviamente bajo la presión por la cuestión económica, el dinero. Ahorita me he relajado bastante, estoy más tranquila porque voy de mano de mis coordinadores, abocándome a lo que me indican para salir adelante en la pandemia”.

Ivonne enlista el impacto que ha tenido en ella Casa Frida: le ha servido para conocer más a las personas de la diversidad LGBTQ+, para comprender mejor a su misma comunidad, para confirmar que el respeto está ante todo, para tener un pensamiento más abierto y para saber que no ocultará amistades por el temor de qué diga o piense la gente.

decoracion Refugio Casa Frida
Dos reposeras que eran parte del decorado de un set de cine y publicidad son ahora utilizadas por les usuaries luego de ser donadas al Refugio Casa Frida.

“Tampoco es que yo anduviera aquí y allá echando desmadre, como las personas suelen pensar que es la gente de la diversidad: desobligada, siempre en fiestas, como esta parte de la libertad pero al extremo, en todos los sentidos de la palabra y en todas las áreas de la vida. Son esas cosas que traemos arrastrando como sociedad o incluso como familias, de cómo fuimos educados porque incluso entre la misma comunidad venimos arrastrando esas cosas del patriarcado”.

Ivonne ve un futuro en el que tendrá un empleo estable o en el que emprenderá un pequeño negocio de publicidad, algo que siempre quiso hacer porque tiene la experiencia. Sueña con dejar de mudarse de un lugar a otro y con tener un hogar con todo lo necesario, ya sea acompañada o no, “dependiendo”, bromea.

“Le doy gracias a Casa Frida por haberme abierto las puertas de este lugar”, expresa haciendo una pausa, con lágrimas en sus ojos, detrás de sus lentes rotos. “Me da un poquito de sentimiento por la situación en la que llegué, me siento afortunada de encontrar un lugar seguro para mí”.

Ivonne egresó de Casa Frida en octubre de 2021, le consiguieron una habitación que pudiera pagar con el sueldo del empleo que tenía en ese momento. El equipo del refugio está contento porque este trabajo le permitió conseguir otro mejor y también cambiarse a otra vivienda. Ivonne salió con unos lentes nuevos, hechos a su medida, donados por la óptica de León Castillo y Mariana Castillo, un hombre trans y una mujer lesbiana, quienes buscan apoyar con lentes a niñas y mujeres en situación de vulnerabilidad.

*Se han omitido los apellidos de las personas refugiadas en Casa Frida para proteger su identidad.

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