Carmen López lleva un gorro en la cabeza para ocultar los estragos que causó en su cabellera la quimioterapia contra el cáncer de mama. Han sido casi diez meses desde que inició el tratamiento en el Hospital Regional de Alta Especialidad (HRAE) de Ixtapaluca, Estado de México, aunque después de atravesar el calvario de que en el hospital de su zona no tuvieran el equipo necesario para diagnosticarla.
“Yo me estaba tratando en el Hospital General y una ginecóloga me dijo que me tenía que hacer un ultrasonido y una mastografía, pero allá no hay para hacer eso y me lo tuve que hacer por fuera”, recuerda Carmen. “Yo lo que quería era saber qué era lo que tenía”.
Con esfuerzo, pagó en un laboratorio los estudios: un ultrasonido que cuesta alrededor de 500 pesos, y otros 400 por la mastografía, que confirmó que tenía cáncer.
Mientras el poco dinero de Carmen se fue a un laboratorio particular, el Hospital de Alta Especialidad de Ixtapaluca no ha dejado de recibir recursos públicos para operar, aunque en realidad, no aprovecha el equipo especializado con el que cuenta: no hace ni una mastografía al día, a pesar de contar con un mastógrafo; solo funcionan cinco de los 14 quirófanos que tiene; y pese a que se construyó para alojar 246 camas, tiene habilitadas solo 110 que tampoco se ocupan por completo.
El caso de Ixtapaluca es muestra de lo que ocurre en los siete Hospitales Regionales de Alta Especialidad (HRAE) que existen en el país —seis de la Secretaría de Salud federal y uno más del gobierno del Estado de México, construido durante la gestión en la entidad de Enrique Peña Nieto—, que apenas realizan en promedio 1.32 mastografías al día desde 2012, pese a que un mastógrafo usado para detección puede realizar hasta 50 estudios diarios y uno que se utilice para diagnóstico, aproximadamente ocho.
Pero que se caracterizan también por estar subutilizados, pese a contar con equipamiento de punta para tratar las enfermedades de la población que no cuenta con seguridad social, IMSS o ISSSTE, reveló el informe Salud Deteriorada: Opacidad y negligencia en el sistema público de salud que presentó Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).
Por ejemplo, el HRAE de Ciudad Victoria tiene 94 camas. Reporta que utiliza 50, pero aún éstas no están llenas, por lo que su ocupación real es de 42.2%, mientras el de Bajío tiene 184, todas funcionando, pero las ocupa en un 56.6%.
El Hospital de Zumpango, de la Secretaría de Salud del Estado de México tiene 124 camas, ocupadas al 49.3%.
En el caso de Ixtapaluca, los pacientes tienen la idea de que estos hospitales de tercer nivel o de alta especialidad están igual de saturados que los hospitales generales que atienden el segundo nivel de enfermedades. Una encuesta levantada por MCCI con motivo del informe Salud Deteriorada arrojó que entre 380 usuarios de los HRAEs, el 43.7% consideró que los problemas de calidad en la atención se deben a la saturación de enfermos.
En entrevista con Animal Político, el director de la Coordinación de HRAE de la Secretaría de Salud Federal, Manuel de la Llata Romero, justificó que ocurran casos como el de Carmen, pues, dijo, los equipos médicos se usan menos que en un hospital normal porque están pensados para atender a pacientes con padecimientos muy específicos, que ya vienen diagnosticados; no se usan para diagnosticar.
“Déjeme comentarle el ejemplo del Bajío: prácticamente el 90% de los casos son referidos. De hecho en el Bajío no hacemos mastografías, porque son hospitales de alta especialidad, los pacientes son referidos de diferentes hospitales ya para un tratamiento particular; no hacemos el escrutinio inicial nosotros, en general.”
—¿No es un error si tienen los equipos?—, se le cuestionó
—Pero no son para escrutinio propiamente dicho—.
—¿Y eso al final no es un desperdicio?
—Bueno, se están utilizando. Ahora, de hacer uno al día, eso es incorrecto definitivamente. En Ixtapaluca, no tengo la cifra exacta pero se están haciendo un número mayor—, aseguró.
Pero no sólo los mastógrafos están desaprovechados en estos hospitales de alta especialidad. Los equipos de resonancias magnéticas han hecho, desde 2012, 4.5 estudios al día en promedio, cuando deberían hacer alrededor de 10. El más productivo ha sido el del Bajío, ubicado en León, Guanajuato, que supera las ocho, mientras que el peor ha sido el de Zumpango, dependiente del gobierno del Estado de México, que apenas hace una diaria, según los datos publicados por MCCI en Salud Deteriorada.
Equipos caros y sin utilizar
Lo mismo ocurre con los tomógrafos. De acuerdo con documentos que los propios hospitales han enviado a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), estos equipos pueden costar arriba de 40 millones de pesos y realizar 16 estudios al día. Pero sólo el HRAE del Bajío se ha acercado a esa productividad, con 15.2.
El promedio en los HRAE ha sido de 10.1 tomografías al día, a pesar de que hay una necesidad insatisfecha de estos estudios. Como comparación, en Canadá las personas esperan en promedio 4.6 semanas (mes y medio) por una tomografía, mientras que en México la lista de espera es de 10.9 semanas (casi tres meses).
El peor desempeño para un Hospital de Alta Especialidad se observó, según la investigación de MCCI, en Zumpango, dependiente del gobierno local. En seis años, ha hecho apenas 3.9 tomografías diarias, cuando la situación en el Estado de México es preocupante porque de siete hospitales que cuentan con tomógrafo, tres reportan que no funciona y en los otros cuatro la productividad es menor a tres tomografías diarias.
Benito Bautista, vecino de Ecatepec, por fin tenía cita en Zumpango para que le hicieran una tomografía la primera semana de octubre, aunque desde abril había ido de médico en médico y de cita en cita por hernias en las ingles y un posible tumor en los testículos.
Empezó yendo al Hospital General de la Ciudad de México, donde le decían que no tenía nada y le daban cita para más de dos meses después. Se desesperó y fue con un particular, y luego al Hospital Juárez, al norte de la ciudad. “El último doctor me dijo: usted ya es para que lo hubieran operado”, cuenta a la salida de su cita en Zumpango.
Entonces un conocido que tiene en el Hospital Rodríguez, de Ecatepec, le ayudó a que le dieran el pase a este hospital de alta especialidad. Está contento porque considera que la atención es mucho mejor que en los otros centros médicos por los que pasó antes, y porque las citas le han tardado máximo un mes, de modo que después de medio año de doctores, ya está en el último paso para que le den fecha de cirugía.
Privados que cobran por ofrecer servicios de salud públicos
El hospital de Zumpango es uno de los cuatro Regionales de Alta Especialidad en el país construidos bajo el régimen de Asociación Público-Privada (APP), lo que significa que el gobierno otorga un contrato a una empresa para que construya el hospital y le paga una contraprestación por operarlo durante 25 años, mientras el Estado solo mantiene la rectoría médica.
La rectoría de Zumpango corresponde al Estado de México, mientras que los otros tres HRAE’s bajo ese régimen —Bajío, Ciudad Victoria e Ixtapaluca— son de la Secretaría de Salud Federal.
Otra característica única de Zumpango es que posee lo que se considera el equipo más avanzado con el que cuenta un Hospital de Alta Especialidad: el robot para operar Da Vinci, un sistema en el que el médico manipula cuatro brazos robóticos para hacer una cirugía con cortes de apenas 1 o 2 centímetros.
Sólo hay 10 en todo el país y el de Zumpango fue el primer hospital público de México en adquirir uno, en 2013. Pero de poco sirve, porque apenas se ha usado al 7.6% de su capacidad.
Cuando lo adquirió, el centro médico cumplía un año abierto, así que la inversión no corrió a cargo del concesionario del hospital, Constructora Teya —propiedad de Juan Armando Hinojosa Cantú, vinculado a La Casa Blanca del presidente Peña Nieto—, sino del presupuesto federal.
Da Vinci requirió de una inversión de 59 millones 903 mil 901 pesos sólo en equipo, monto al que se debe sumar el mantenimiento, la adaptación del espacio y la capacitación al personal, entre otros gastos asociados. En total, el costo estimado en un horizonte de evaluación de 10 años, con base en los documentos en posesión de la Secretaría de Hacienda para su aprobación, es de 432 millones 764 mil 559 pesos, señala los cálculos de MCCI en el informe Salud Deteriorada.
El proveedor, la empresa Intuitive Surgical, especificó que podía hacer 700 operaciones anuales y el hospital declaró ante la Secretaría de Hacienda que haría 730. Pero en poco más de cuatro años, apenas hizo 220 cirugías.
En el año más productivo, 2014, el equipo hizo 77 intervenciones. Una cifra muy baja en contraste con el uso que le dan otros hospitales: el Da Vinci que tiene el Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE en la Ciudad de México ha practicado 382 operaciones en tres años; y el del Hospital Central Militar, 882 en cuatro años.
El desperdicio acumulado al día de hoy asciende a 160 millones de pesos, calcula MCCI.
Pero los servicios deficientes no solo se cuentan en equipo médico sin utilizar, estos hospitales concesionados a particulares, en realidad, están recibiendo recursos públicos pero no trabajan a toda su capacidad. El presupuesto que estos Hospitales Regionales de Alta Especialidad bajo el esquema APP han recibido y desperdiciado suma 457.8 millones de pesos anuales, alerta el informe Salud Deteriorada.
El problema es que el pago a las empresas que operan los hospitales es casi fijo año con año. Desde el principio se pacta que los hospitales tengan una ocupación del 80% —considerado lo ideal para que no haya saturación—, y no se modifican pese a que en algunos casos no llegan al 50% de su capacidad.
Los HRAE federales tienen ciertas metas que cumplir, establecidas en la Matriz de Indicadores de Resultados (MIR) que se reporta de la Secretaría de Salud a la de Hacienda. Pero MCCI evidenció en su estudio que los indicadores de infraestructura están fijados por debajo de la capacidad real de los hospitales. Los tres hospitales que dependen del gobierno federal tienen 524 camas en total, pero sólo están habilitadas para su uso alrededor de 340, y aun en esas, hay subutilización.
El informe señala que la Secretaría de Salud federal ha justificado la baja actividad argumentando que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) no autoriza todas las plazas de recursos humanos que harían falta para el funcionamiento completo de los hospitales.
El director general de la Coordinación de HRAE de la SSA, Manuel de la Llata, reconoció en entrevista con Animal Político que en los hospitales hay baja ocupación en los de Ixtapaluca y Ciudad Victoria, por falta de personal.
“En estos dos hospitales no tenemos todas las plazas del personal que se requiere, y esto es en parte la explicación del por qué no hemos logrado la ocupación completa”, justificó.
“La curva de estos hospitales (de alta especialidad) es mucho más lenta que en los hospitales generales. Primero porque se contratan médicos especialistas que se también se forman en los HRAE, en Institutos Nacionales o en el Seguro, en el ISSSTE, y la contratación ha venido siendo gradual. En algunos de ellos no están completas las plantillas, eso pudiera explicar por qué la ocupación no es del todo satisfactoria.”
De la Llata pidió además que la productividad de los HRAE se analice desde la atención especializada, como que se hacen operaciones de corazón abierto a niños, o que el hospital del Bajío es el que más trasplantes de riñón realiza en el país. Además destacó la formación de nuevos doctores especialistas y las labores de investigación.
“Son otras funciones que también están haciendo y no se hacen en los hospitales generales”, remarcó.
Pero mientras los recursos públicos se entregan a los privados con miras a operar con los más altos estándares estos Hospitales de Alta Especialidad, lo que vive la gente que debería tener acceso a servicios de salud de calidad es una realidad distinta.
No hay consultas, ser atendido es cuestión de suerte
Rosario está convencida de que su mamá tuvo suerte. Suerte porque presentaba un padecimiento “muy grave” y en menos de seis meses fue operada. En cambio, conoció en la sala de espera del HRAE de Ixtapaluca a una señora que llevaba más de un año esperando a que a su hijo le hicieran cirugía por una hernia.
“Me decía la señora que ya lo había traído para internarlo pero que le dijeron que todos los quirófanos estaban ocupados. Es que yo creo que ven si un caso es más urgente, lo pasan primero a uno, como con mi mamá”, dice mientras espera que la reciba la gestora del Seguro Popular.
Ixtapaluca es el Hospital de Alta Especialidad que menor porcentaje de camas utiliza realmente y mientras la gente cree que está saturado y por eso no reciben atención, los datos muestran que apenas opera al 38.2% de su capacidad.
Los documentos de planeación anual de Ixtapaluca señalan que están en disposición de dar 320 mil consultas y 15 mil 264 egresos o altas de hospitalización. En 2017 brindó sólo 91 mil 444 consultas y 5 mil 839 altas, apenas una tercera parte de lo que debería. Pero este año recibió presupuesto completo: mil 059 millones de pesos, según consta en el Presupuesto de Egresos de la Federación.
En el caso del HRAE Bicentenario, de Ciudad Victoria, el último dato disponible es de 2016 y reporta 2 mil 008 egresos de 5 mil 500 planeados, y tan solo 24 mil 156 consultas de 142 mil que debió dar, un 17%. Del resto de Hospitales, ni siquiera hay información pública de la actividad planificada con la que fueron aprobados y que deberían estar realizando, detectó la investigación de MCCI.
El doctor Mauricio Hernández, coordinador de la investigación Salud Deteriorada, señaló en entrevista que el problema no es el modelo APP, aunque si no está funcionando como debería, habría que renegociar los contratos otorgados.
“El modelo de APPs se diseñó para quitar la posibilidad de corrupción en la construcción y operación de hospitales, que sucede frecuentemente en México. En este modelo se hace una sola negociación, y lo que tratas de hacer en este convenio es balancear los riesgos: que la empresa que financia no pierda por una mala planeación, y que el Estado no pierda tampoco por esquemas de corrupción.
“Ahora, son hospitales que no están bien diseñados para actuar en redes, no reciben el número de pacientes que deben, o no están accesibles a los pacientes. Entonces este balance de riesgo aquí le está cayendo al Estado, y el Estado está pagando más dinero por un servicio que no se está dando. Entonces debería haber una readecuación de riesgos”, afirmó.
Lo que ocurre con los Hospitales Regionales de Alta Especialidad afecta cada día a quienes no tienen seguridad social, que se enfrentan a servicios deficientes en hospitales de lujo, como confirma el presupuesto que reciben, el equipo con el que cuentan y la historia de los ciudadanos que buscan atención médica.
Socorro Zamora vivió la mala atención en el Hospital de Ixtapaluca no una sino varias veces, y eso que solo acudió con una especialista por una fractura en el pie. Después de haberla enyesado mal, cuando regresó a revisión le dijeron que la doctora se había ido de vacaciones. Así fue una y otra vez, hasta que reclamó cambio de médico.
“Sólo la vi una vez. En la siguiente cita no estaba; perdí un mes completo sin atención, mi pie seguía hinchándose. Fui a hablar con el subdirector. Le dije: cómo es posible que yo me presenté desde el 4 de abril, ya está por terminar mayo y no he tenido atención, entonces vine a exigir mis derechos como paciente, porque yo vine a todas mis consultas y la doctora sigue de vacaciones, pedí el cambio y me dicen que el especialista está en cirugía, que venga mañana… Y mi situación económica no está como para venir diario”.
—¿Cuánto gasta en cada visita al hospital?—, se le pregunta a Socorro.
“Varía, porque los taxis de acá afuera te cobran alrededor de 90 o 100 pesos, por donde yo vivo, por el Soriana de Ixtapaluca, te cobran 60. Además, por cada consulta pagaba 103 pesos, y por cada rehabilitación 111, teniendo Seguro Popular, y me estaban dando rehabilitación tres veces por semana… Yo perdí mi trabajo, era cuidadora de una señora mayor, en Polanco. Pero me daban de tres a cuatro meses para recuperarme y apenas en junio empecé la rehabilitación. Fueron 38 sesiones y hasta hoy (3 de octubre), por fin me dieron de alta”.