Zona metropolitana del Edomex: alarmas vecinales, calles cerradas y “andarse con cuidado”

Mar, lectora de Animal Político
Zona metropolitana del Valle de México
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Foto: Cuartoscuro



Ya casi cumplo dos años acá. Poco a poco, Tecámac ha ido creciendo y se ha poblado bastante. Todo era bastante tranquilo, a diferencia de municipios como Ecatepec o Coacalco.

Viví durante 16 años en éste último. Sabía, como en otros lados, que había delincuencia, pero comenzó a incrementarse mucho más poco después de la salida del PAN de la presidencia municipal y la entrada del PRI.

Donde se incrementó más la presencia delincuencial fue en la parte de Parque Residencial, cercana a donde yo vivía. También escuché referencias no muy agradables de colonias como La Joya, Villa de las Flores, que era una zona tranquila, y San Rafael.

La calle en la que viví, tuvo que cerrarse con una reja blanca. Amanecían los coches sin llantas, cada vez más robos, secuestros exprés, las balaceras; cosa que nunca había escuchado el tiempo que viví ahí. No son tan frecuentes, tal vez, como en Tamaulipas, pero es de alarmarse que se incrementaran.

Cada vez más calles de la colonia son cerradas por rejas, hay más alarmas vecinales, han matado a personas intentando asaltarlas e incluso, recuerdo que una junta de vecinos colgó mantas contra la delincuencia en Avenida del Parque. De ello se habló hasta en las misas de la iglesia cercana. Fue de los primeros lugares donde yo veía algo así.

Cada vez es más común en Coacalco y Ecatepec que desaparezcan chicas. Los asaltos en las combis aumentan. Hasta en la Sierra de Guadalupe, donde hay un parque ecológico, se han registrado asaltos y a mi padre le estrellaron el vidrio en el estacionamiento con una piedra para abrir el coche, pero como el carro tenía alarma, el escándalo hizo que algunas personas se acercaran y al llegar nosotros, lo encontramos así.

Ahora es raro que las señoras salgan solas después de las nueve de la noche. Prefieren acompañarse de alguien. Los niños jugaban hasta esas horas tranquilamente en la calle y ahora, comienza a oscurecer y ya están en sus casas.

Tomar un taxi o salir ya tarde, ya es cuestión de andarse con cuidado.

Cuando entré a la prepa, quedé en una escuela del D.F.

Varios papás de chicos que habíamos quedado en la misma prepa, se pusieron de acuerdo con un chofer para que nos fuéramos juntos. Nos reuníamos que el señor nos recogiera. Por lo menos en la mañana, nos íbamos seguros, en la tarde ya cada quién se regresaba solo.

Por toda esta situación surgió una página en Facebook, se llama "Coacalco: El grito de la gente" y es la forma en que muchos se informan de lo que sucede en el municipio. Aún sigue en funcionamiento y ha cambiado de administradores, pero lo triste es que la gente haya recurrido a eso, para alertar a otras personas a que tomen medidas de precaución.

Es más frecuente escuchar experiencias así de cada vez más personas. Poco después me mudé a Tecámac.

Como mencionaba al inicio, mucha gente ha llegado a vivir por acá, pero lo que ha sucedido más o menos, de un año a la fecha, es que cada vez más calles que estaban abiertas, ponen rejas, alambres de púas, mantas que advierten de linchamientos a delincuentes, habilitan alarmas, cámaras de seguridad, todo para evitar que se quite lo poco que uno se gana con la jornada laboral.

También tengo una abuela en Neza. Ya no puedo ir a visitarla, porque la zona en la que vive es muy peligrosa. Ella lo sabe y por lo mismo, sólo son llamadas telefónicas. La última vez que fui sólo fue un rato. Con luz de día y marcharse antes de oscurecer para no ir con la angustia en el camino. Ahí me di cuenta, el problema no es por dónde te desplaces. La delincuencia y el narco han cobrado terreno donde sea. Su relación es muy fuerte, casi inevitable que esté una sin la otra.

Sí, me ha afectado. Ahora tengo que fijarme hasta quién viene a mi lado en la combi, apurar el paso si salgo tarde del trabajo, si pasa un coche sospechoso o si es muy temprano y me voy a la escuela. Los periódicos, noticias y redes sociales están llenos de asesinatos, balas, desplazamientos, angustia y narco.

Así, muchos, han tenido que vivir con miedo a que les hagan algo.


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